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Doctor León Silbering, autor de este trabajo.

ASISTENCIA PÚBLICA

 

Por el doctor León Silbering

 

 

 

 

Hasta el año 1925, Punta Alta carecía de una repartición sanitaria que prestara asistencia a la población indigente y dispusiera de elementos indispensables para heridos o accidentados. Solo a mediados de ese año y a raíz de donaciones privadas habilitóse una salita para curaciones que funcionaba en el mismo local de comisaría, sita entonces en la calle J. J. Passo.

 

En la comisaría, como es de imaginar, solo se podía efectuar la primera cura de algún lesionado antes de disponer su traslado a un hospital si el caso lo requería.

 

Cuatro años mas tarde, toma recién intervención la Comuna de Bahía Blanca, adquiriendo un consultorio medico e instrumental y librando al servicio público una Sala de Primeros Auxilios en la calle Rivadavia 45, dependiente del Hospital Municipal.

 

El medico de policía quedó encargado de la atención diaria de un consultorio externo para los enfermos sin recursos. Bien pronto, con el crecimiento de la población, se puso en evidencia la necesidad de ampliar sus funciones y dar cumplimiento a los deberes inherentes de carácter profiláctico: vacunaciones, desinfecciones, etc.

 

Un año después se crea —por gestiones del entonces medico municipal, doctor León Silbering— un consultorio obstétrico y asistencia de partos a domicilio.

 

Por otra parte y haciendo honor a la benemérita Sociedad de Beneficencia se construye con sus propios recursos un edificio destinado al funcionamiento de la Sala de Asistencias Pública, mientras una comisión vecinal se constituye para arbitrar los medios para la adquisición de una ambulancia. Ambas comisiones se ven coronadas con el mas franco éxito y en brillante ceremonia y auspicio popular se inaugura el edificio y entra en funciones la primer ambulancia el 15 de Octubre de 1933.

 

La Sala de Primeros Auxilios iba perfilándose como un pequeño nosocomio y con justas y 1ógicas aspiraciones al Hospital propio.

 

Han transcurrido ocho años y Punta Alta que ha alcanzado categoría de ciudad y cuyo progreso se manifiesta diariamente en forma pujante y vertiginosa, siendo la necesidad. de bastarse con sus propios medios en ese aspecto sanitario creando el Hospital vecinal para nuestra localidad y zona que comprende.

 

Ya resulta insuficiente la asistencia prestada por el consultorio externo de clínica general y obstétrico, ambulancia y curaciones. Debe ampliar sus servicios en consonancia con sus necesidades. Una Sala de cirugía y sus anexo de esterilización. El cuerpo medico local en mutua colaboración sabremos realizar una intervención de urgencia, evitando muchas veces enojosas consecuencias por la demora de tiempo al tener que remitir un enfermo a la vecina ciudad.

 

Una Sala de Maternidad para que las mujeres pobres en el ultimo trance de la gestación encuentren un ambiente de higiene suficiente que sea una garantía la atención obstétrica y si la paciente lo requiere la intervención médica. Situaciones de apremio que atendidas de inmediato pueden significar la salvación de dos vidas.

 

No debe faltar tampoco una sala de infectocontagiosos. Hemos sido testigos de epidemias locales de gravedad que, para conjurar el peligro de contagio y difusión, era menester aislar los enfermos y tender cordones sanitarios y no poder llevar a cabo esas medidas de higiene por falta de comodidades. Nos evitaríamos así tener que improvisar lazaretos como debió hacerse hace algunos años, frente a una epidemia de triste recordación.

 

Reconocemos una causa muy fundamental para comprender la trayectoria algo lenta de nuestro organismo sanitario. Seguramente que la necesidad nos hubiera aguijoneado para procurarnos los medios en la protección de nuestra salud, si no hubiera sido —lo recalcamos— por la ilimitada ayuda que nos ha dispensado siempre el hospital Naval. Ya tendríamos el hospital local si no pudiésemos derivar nuestros enfermos para una intervención de urgencia al hospital de la Zona; y la ambulancia de la Sala de Primeros Auxilios se hubiera adquirido años antes si no se contara con la de esa dependencia.

 

Punta Alta políticamente esta fuera del territorio de la Primera Región. Además nos separa su condición militar y civil nuestra población. Pensemos que si por circunstancias fortuitas 1a ayuda de la Marina a Punta Alta quedara restringida y hasta interrumpida, nos veríamos privados de su valioso auxilio. Considerando, pues, estas posibles circunstancias debemos subsanar y completar la estación sanitaria.

 

Estos sanos propósitos en favor de nuestro Hospital propio son perfectamente realizables. Punta Alta goza de fama bien ganada de conseguir lo que quiere y para esa repartición sagrada, cuyos Beneficios se reparten por igual a todos los habitantes, no faltarán generosos aportes y abnegados sacrificios para una institución de bien público.

 

La adquisición de la nueva ambulancia para reemplazar a la existente, que ha cumplido un servicio inestimable, podría ser el comienzo del nuevo capitulo de progreso en la historia de nuestra Asistencia Pública.

 


 

 

Pobladores Antiguos

 

 

Señor Francisco M. López. Llegó a Bajo Hondo en el año 1880.

Señor Pedro J. Barrios. Vecino Primitivo.

Señor Domingo Gennari. Navegaba las aguas de nuestra bahía en el año 1897.

 

 

 


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