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Cuando la Municipalidad se aventuraba dotar a Punta Alta de algún farol a kerosene, ya la edificación se había extendido, y así el servicio no estuvo jamás en consonancia con las necesidades hasta que se instaló la primera usina eléctrica, que vino a terminar con un estado de cosas que perjudicaba en gran manera el adelanto del pueblo, tanto en su faz privada, en materia de iluminación, como en la industrial, va que la provisión de energía eléctrica para fuerza motriz hizo más fácil y posible la radicación de industrias en la localidad.
Sin embargo, antes que la corriente eléctrica fuera en Punta Alta una realidad, debieron sortearse innumerables obstáculos, pues no fueron pocas las empresas o personas que intentaron la instalación de usinas, y que, por una u otra causa, no pasaron de proyectos bien intencionados, pues pronto se echaba de ver que los ingresos y las utilidades eran por demás problemáticas. Se necesitaba un espíritu audaz emprendedor, que, más que al presente, mirara hacia el futuro, estando dispuesto a montar una instalación costosa y eficiente.
La primera iniciativa de que tengamos constancia cierta fue la de los señores Pedro J. Barros y Luis Ciniselli, quienes el día 21 de julio del año 1908 solicitaron al Concejo Deliberante la concesión para explotar durante veinte años una usina eléctrica en Punta Alta.
Casi un año después, el 16 de febrero de 1909, el señor Gregorio A. Moreira pide a su vez un permiso para proporcionar corriente eléctrica al pueblo, proyecto que trata el Concejo Deliberante el día 4 de agosto concediendo el permiso solicitado.
Vista general de la Usina, tomada desde la
playa de los
antiguos elevadores de granos del F. C. Sud.
Mientras tanto, se habían presentado también los señores Pío C. Biava y Cía. y J. R. Torres y Cía., solicitando ambas empresas la concesión, y en vista de tantos interesados, el Concejo Deliberante acordó en su sesión de fecha 23 de setiembre de 1910, sacar a licitación pública el alumbrado eléctrico de Punta Alta.
En la sesión del Concejo Deliberante de fecha 23 de junio del año 1911 son los señores A. Parcus y Cia. quienes solicitan la disputada concesión y se accede a su solicitud en la sesión del 23 de setiembre.
Nuevamente se presentan los señores Juan B. Torres y Cía. el 4 de Octubre de 1912, pidiendo una concesión para establecer una usina eléctrica en Punta Alta y el 20 de diciembre del mismo año el Concejo Deliberante acuerda acceder a la solicitud, concediendo la concesión, por un periodo de 20 años, a los citados señores.
A pesar de que el Concejo Deliberante concedió permiso de instalación y explotación, pasan años sin que se emprenda de un modo regular el suministro constante de energía eléctrica, no pudiendo tenerse como tal a la Fábrica de Luz y Fuerza, a la cual el Concejo Deliberante retiro su permiso y exigió su clausura el 23 de agosto de 1918.
La misma empresa Juan R. Torres y Cia., por una u otra causa, deja transcurrir el tiempo sin instalar la Usina obligada por la concesión. y a fin de que ésta no cayera en mora solicita y obtiene el 26 de julio de 1918 una prórroga por el término de un año para cumplir con las obligaciones del contrato.
De inmediato se inician las obras de la nueva usina y a fines de diciembre del mismo año ya habían levantado las columnas de sostén de las redes de las calles centrales.
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