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No deja de ser curioso el hecho de que, cuando los navegantes europeos descubrieron América e intentaron dar la vuelta al mundo, ya reconocieron en la "bahía blanca" un paraje ideal para refugiar las naos y carenarlas. Nada menos que la primera nave que dio la vuelta a la tierra, la “Victoria”, entró en el estuario, y fondeó en el paraje denominado ahora Arroyo Pareja o en sus inmediaciones.
Nos
proponemos reseñar brevemente la historia de los descubrimientos y
relevamientos de la costa atlántica, próximos a Punta
Alta, y para ello nada mejor que
utilizar inteligentes trabajos ya publicados por autoridades históricas y náuticas.
Hernando
de Magallanes, en 1519, dice el marino argentino Héctor R. Ratto, fue el
primero en bordejear a lo largo de
nuestro litoral marítimo, reconociendo en la costa bonaerense las puntas que
ahora denominamos: San Antonio, Médanos y Mogotes, que entonces nombraron: San
Antón, Santa Apolonia y Punta de las Arenas, respectivamente. Barajando su
tramo oeste trataron de internarse en el "rincón" de Bahía Blanca,
haciendo proa al sud después que la "Victoria" varara en uno de los
bancos próximos a los canales de acceso a Puerto Belgrano.
La
expedición de Magallanes salió de San Lúcas de Barrameda el 20 de septiembre
de 1519 y el día 10 de febrero de 1520 se toma la altura meridiana en 62 grados
1 | 3° y donde la costa "corre este-oeste y es muy linda para
correr".
EI
día 11 de febrero después de mediodía se encontraban barajando la parte de
costa comprendida entre Tres Arroyos y Punta Asunción que los obliga a enmendar
el rumbo más al sud, encontrándose a mediodía del día 12 al este de la
posición del faro Recalada a Bahía
Blanca.
Es
de suponer que la decoloración del agua, que allí es ya notable, les hiciera
disminuir el paño a estos eximios navegantes, porque a las doce de esa noche,
extremando las precauciones, habían fondeado dos veces en 9 y 13 brazas
respectivamente.
Al
día siguiente, 13 de febrero, el piloto de la "Victoria", Francisco
Albo, escribe que avistaron tierra y más adelante dice: "que hicieron la
vuelta del norte" ¿Que tierra fue la que avistaron? No lo dice, pero es lógico
suponer fuera la del oeste, ya que la del norte la venían barajando desde
varios días atrás. Según sabemos, esa costa, aunque baja, es visible desde
las proximidades del actual faro flotante.
Por
otro lado, como tenían constatado ya de sobra que la costa, en términos
generales tiraba al oeste, al avistar tierra en dirección perpendicular a
aquella, debe, necesariamente, haberlos instado a internarse en el “rincón”.
El
riesgo que se corre cuando se pasa al norte de la latitud 39° 11’
es conocido por la quilla de muchos buques; ocurre lo que a la
“Victoria”. Albo lo experimentó: “hicimos, dice, a la vela la vuelta del
norte, y esto fue a los trece días del dicho, y en la mañana, en derecho a los
bajos, la "Victoria" dio muchas culadas".
Queda
establecido de modo terminante, que Hernando de Magallanes antes de invernar en
San Julián, había explorado la "bahía blanca". Es posible que el
celebre piloto y sus capitanes hayan contemplado los medanos de la costa y quizás
ya alguno de ellos, aunque Pigafetta, el geógrafo de la expedición no lo
nombra, haya designado a uno de ellos con el nombre de punta alta.
Pasan
muchos años antes de que sean levantadas cartas exactas de la costa atlántica
del sud. Los primeros trabajos científicos fueron realizados por los buques de
S. M. Británica “Beagle” y “Adventure”, que efectuaron levantamientos
hidrográficos en las costas meridionales de América, de 1826 a 1830 y de 1830
a 1836.
Cuando
el 12 de agosto de 1828 muere el comandante de la expedición, asume el mando el
capitán Fitz Roy. Entre las instrucciones que había dado el Almirantazgo
ingles, figuraba el siguiente párrafo:
“Las
porciones de costa que parece requerirán especial examen son: desde Monte
Hermoso hasta Río Colorado, incluyendo el gran saco de Bahía Blanca, del cual
existen tres manuscritos que difieren en todo menos en el nombre”.
Para
el levantamiento que se practicó al sud de Bahía Blanca, Fitz Roy contrató
dos embarcaciones menores: "La Paz", de 15 toneladas y "La
Liebre", de 9, que no era otra que la falúa de la fragata de guerra
brasileña “Ipiranga”, perdida en Patagones, a la que se le había levantado
la obra muerta y colocado una cubierta.
Bajo la dirección del teniente J. Nickan, las dos lanchas se carenaron en la playa de Arroyo Parejas y se procedió al relevamiento de la costa desde Bahía Blanca a Puerto Deseado.
Por su parte el historiador Paul Groussac, dice que "la existencia geográfica de la "bahía blanca" en la costa patagónica no lleva mucha anterioridad al primer establecimiento que se fundó el 11 de abril de 1828, como último fuerte de la nueva línea defensiva contra las invasiones de los indios.
Hernando de Magallanes. El descubridor del estrecho
que lleva su nombre en el primer viaje alrededor del mundo, iniciado en Sanlúcar
de Barrameda el 20 de septiembre de 1519.
Los
antiguos mapas de aquella costa, hasta fines del siglo XVIII, no traen mención
alguna de dicha bahía, como que se limitan a seguir casi sin inflexión ni
denominación de accidentes litorales, la línea sudoeste desde el cabo de las
Corrientes hasta el golfo de San Matías. Este rehundimiento de la costa,
entrado ya el siglo decimonono, se confundía vagamente en las cartas marinas
con la "bahía anegada". Fue entre los años de 1810 a 1820 cuando la
bahía blanca asomó en uno que otro croquis procedente de algunos navegantes
costeros del litoral patagónico, quienes, por otra parte no arribaron jamás a
esta embocadura del río Sauce Chico.
El
nombre de la bahía procede evidentemente de las eflorescencias salinas,
visibles a gran distancia, cuyas capas blanquecinas revestían sus barrancas así
como el suelo de las inmediaciones.
Cierto
capitán Morrell, que relevó esta parte de la costa en 1822, coloca exactamente
a la bahía blanca hacia 39° 5' de latitud, lo que la separa definitivamente de
la bahía Anegada, situada al sur del río Colorado, por los 40° 10'.
En
diciembre de 1823, el gobierno designó en comisión a don José Valentín García
para que, con el personal necesario, fuese a reconocer por agua la bahía blanca
y estudiar el punto de la costa que le pareciese más adecuado para la
habilitación de un puerto. El informe de dicho comisionado fue elevado al
gobierno el 6 de febrero de 1824 y se publicó en el Registro Estadístico de la
Provincia de Buenos Aires. Es un documento interesante por lo prolijo de los
estudios y los sondajes realizados en la bahía y los canales de acceso, así
como por ciertos datos relativos al litoral, especialmente en las embocaduras y
riberas de los ríos Sauce Chico y Sauce Grande.
Es
sabido que el ingeniero Parchappe y el coronel Ramón Estomba comandaban las dos
expediciones encargadas de fundar un fuerte en las proximidades de la bahía
blanca, y que los grupos expedicionarios que partieron en diferentes fechas y
rumbos, debían unirse en la costa de la bahía.
Parchappe,
que fue el primero en partir hacia su destino en el desierto, emprendió la
marcha desde el Fuerte Independencia (Tandil) a mediados de marzo de 1828, con
25 coraceros mandados por el teniente coronel Morel, y una partida de 30 indios
con su cacique.
El
21 se detuvieron a orillas del río Sauce Grande, y luego de una marcha de unas
diez leguas al sudoeste, alcanzaron unos elevados medanos desde donde, por fin,
descubrieron el océano.
Parchappe encontró fondeada en la bahía la goleta que traía desde la boca del Salado los primeros materiales indispensables para la fundación. El día siguiente, acompañado del teniente coronel Morel, recorrió la playa a caballo para ver el barco divisado la víspera. Lo descubrieron desde lo alto de un médano, encallado en un arroyo dejado en seco por el reflujo de la marea. Encontraron a bordo a su patrón don Enrique Jones y a su piloto y otros seis marineros franceses que formaban la tripulación de una ballenera destinada al servicio de la bahía.
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