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Señor Julio Sandrini
Señor Julio Sandrini.
Es la sencilla y escueta biografía
de don Julio, la de uno de esos italianos de temperamento enérgico y
emprendedor que llegaron a nuestro país a principios del siglo y que, dedicados
al trabajo, lograron montar o
instalar una industria a fuerza de iniciativa y esfuerzos.
En efecto, el señor Julio Sandrini, nacido el 11 de noviembre de 1889 en Pontagna, provincia de Brescia, hijo de don Pedro Eustaquio y doña Magdalena Marchione, llegó a la Argentina el año 1905, cuando apenas contaba 16 años. Procedía el señor Sandrini de una familia en que era tradicional el oficio de maestro de obras o constructor. Conocía los secretos de la edificación y sabía lo suficientemente el dibujo, para progresar de inmediato en una región como la de Bahía Blanca, en que todo estaba en fiebre de ebullición constructiva.
Asistentes de la inauguración de la mina, el día 19 de mayo de 1927.
Fue
así, como casi de inmediato entró de albañil, y más tarde capataz con
la Empresa del Ferrocarril al Pacífico,
que tendía sus líneas secundarias y levantaba estaciones en La Pampa. Actuó
en todo el tramo desde Nueva Roma a Huinca Renancó, conquistándose ascensos y
simpatías en el cuerpo de ingenieros que dirigían las obras, que hallaron en
él a un elemento comprensivo y eficaz, a pesar de su extrema juventud.
Ya
conocedor de las características del país, se radicó en la capital federal,
actuando como constructor y en especialidad contratando la ejecución de frentes
en edificios de importancia.
Regresó
a su antiguo escenario de Bahía Blanca en 1915 y decidió encaminarse hacia la
industria, siempre en conexión con la construcción de viviendas. Para ello tomó
a su cargo la explotación de una mina de arena en la cercanías de Maldonado,
una de las primeras que se industrializó de manera activa.
Ya
encaminado en este campo de actividades, siguió buscando buenos depósitos de
arena y fue él quien en 1922 inició la extracción del producto en la mina de
Grunbein.
Mientras
pasaban los años, fue extendiendo de manera tal sus negocios y fue tan
requerido el producto por los constructores, que tuvo que ampliar decididamente
su explotación.
Adquirió,
pues, en compra, una fracción de 40 hectáreas, frente a Los Polvorines, e
inició de inmediato el trabajo de extracción. La superficie comprada es ahora
la mayor mina de arena que existe en los alrededores, no sólo de Punta Alta
sino de Bahía Blanca.
Baste
decir, como ejemplo de la naturaleza de la arena que de la mina “Puerto
Belgrano” se extrae, que es de uso obligado para las grandes obras que se
levantan en una amplia zona. Ha sido el señor Sandrini proveedor del material,
para las obras de pavimentación de Bahía Blanca y Punta Alta, camino asfaltado
a Punta Alta, elevadores de Ingeniero White, Puerto Nacional, pavimentación de
Tres Arroyos, González Chaves, Azul, Bolivar, 25 de Mayo y muchas más.
Tal
intensidad de explotación hizo necesario disponer de desvíos ferroviarios
propios, lo que consiguió el señor Sandrini del Ferrocarril Sud, cuyos
ingenieros recordaban bien al antiguo capataz de líneas ferroviarias.
La
arena y el pedregullo de la mina “Puerto Belgrano”, son productos aprobados por
todos los departamentos técnicos
nacionales, provinciales y municipales.
El
señor Sandrini, en su tierra de la chacra No. 16, una vez extraída la arena,
convierte la superficie en una hermosa quinta. Ha plantado frutales, olivos,
alfalfa, todo en un árido médano. Para realizar el milagro, hizo perforar un
pozo adecuado que provee de agua para
regadío a la quinta.
Cuanta
iniciativa de bien público necesita el apoyo de don Julio, lo consigue de
inmediato. Su aporte, jamás se mezquinó en este sentido y en Punta Alta y Bahía
Blanca se tienen repetidas pruebas de su desprendimiento y generosidad.
Actuó
el señor Sandrini y sigue actuando en las instituciones de Punta Alta, ya que
reside en la localidad en su amplia casa habitación de la calle J. J. Passo número
776.
Don Julio contrajo enlace el día 5 de febrero de 1920, con doña Benita Carli, habiendo del matrimonio los hijos: Aldo, que secunda activamente al padre, PerIa, estudiante de quinto año del Colegio Nacional, Flora y Julio César.
Espléndidas vista panorámica de la explotación de arena.
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