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Es
lógico que, creciendo el núcleo primitivo de pobladores, debieron sujetarse
las construcciones y la división de las parcelas a un trazado regular y a
niveles técnicamente estudiados. Pero todas estas cosas, necesarias en una
ciudad bien concebida, vinieron mas tarde y como añadidura de la Población
emplazada, en forma inconexa y arbitraria, por los iniciales Pobladores.
Queda
establecido, pues, que a diferencia de la mayoría de sus hermanas, trazadas
antes sobre el papel que en la tierra, Punta Alta nació a la vida real años
antes de que nadie tuviera noción de su existencia.
Aquellas
calles primeras, mejor espacios enormes entre una y otra construcción, fueron
estrechándose, cuadrándose, achicándose. Los cálculos mas optimistas de los
agrimensores y de las autoridades municipales, demostraron pecar por
insuficiencia. En realidad, las calles
de Punta Alta fueron diseñadas
para un tráfico reducido y para una población estable muy inferior a la que,
en solo unos años, debía convertir a una aldea confusa y extendida, en una
ciudad abigarrada y moderna
Resultó así que creció la ciudad y no sus calles, encerradas entre hileras de edificación. Pero si las calles de Punta Alta, especialmente las del centro urbano, resultan ya angostas para el tráfico que sostienen, han sabido hermosearse en el aspecto arquitectónico y edilicio. Unas han pasado, en un salto, del pavimento natural al asfalto. Otras irán del granito, también al pavimento liso tan necesario en una ciudad de intenso movimiento, y complemento obligado de los pueblos en donde el valor de los solares adquiere proporciones elevadas, que constituyen una de las mejores inversiones de renta.
Las calles de Punta Alta, cobran un inusitada animación en las horas de la
tarde. Vehículos y personas llenan calzadas y aceras, y las calles Bernardo de
Irigoyen y Humberto 1º, comerciales por excelencia, toman el a aspecto que
caracteriza a ciudades laboriosas y de población numerosa y compacta.
Quien visite a Punta Alta por primera vez y contemple sus modernizadas calles centrales y sobre todo observe el movimiento incesante que bulle en ellas, no podrá menos que recibir la impresión exacta de que Punta Alta, la ciudad creada en la tierra y no en el papel, es una población que vive y progresa.
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