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Darwin y Ameghino

 

 

 

Carlos Darwin, naturalista que visitó a Punta Alta en 1833.

 

 

Muy a menudo se habla del naturalista Carlos Darwin, en relación con sus visitas a la zona medanosa de Punta Alta y a que el empleaba ya este nombre para designar el lugar. Pero jamás se relatan las referencias que el ilustre viajero inglés hizo en su famosa obra "Mi  viaje alrededor del mundo" Nosotros queremos que en el GRAN ALBUM DE PUNTA ALTA, queden grabadas las expresiones del gran sabio, por lo que reproducimos algunas de sus observaciones, primero con respecto al lugar y luego refiriéndonos a su gran descubrimiento de fósiles en Punta Alta y Monte Hermoso, detalle importantísimo que pasa inadvertido para los cronistas de Punta Alta, y que hizo conocer este nombre en todos los centros científicos del universo, por el año 1840.

 

Habiendo salido Darwin de Patagones o El Carmen, a orillas del río Negro, el día 24 de Julio de 1833 cruza todo el extenso valle, a caballo, entrevistándose con Rosas en su campamento en las márgenes del Colorado, siguiendo viaje pare Bahía Blanca, donde ya estuviera por primera vez en setiembre de 1832.

 

A mediados de agosto llega a Bahía Blanca por el paraje que él ya llama Cabeza de Buey, extenso pantano salitroso frente al actual Villarino Viejo, y cuyo nombre dado quizás por los primeros soldados de la Fortaleza Argentina, se conserva todavía. Darwin debía buscar el barco "Beagle''', en la bahía, al mando de Fitz-Roy para embarcarse y dice:

 

"La parte del puerto donde el "Beagle" debía anclar estaba a 25 millas de distancia; el comandante de la plaza me concedió un guía y caballos para ir a ver si había llegado. Al abandonar la llanura de verde césped, que se extiende por las márgenes de un riachuelo ( el Napostá ), entramos bien pronto en un vasto llano donde sólo vemos arenas, charcas saladas o barro. Algunos matorrales achaparrados brotan más allá; en otros sitios el suelo está cubierto de esas plantas vigorosas, que sólo alcanzan todo su desarrollo donde abunda la sal. Aunque el país es muy árido, hallamos bastantes avestruces, ciervos, agutís y armadillos".

 

Como el "Beagle" no había llegado a la cita, Darwin y su acompañante vuelven al Fuerte. Dos días después regresa al puerto y es entonces cuando por primera vez el naturalista bautiza el lugar con el nombre de Punta Alta.

 

Darwin dice así: "Dos días después me encamino de nuevo al puerto . Nos dirigimos sosegadamente a PUNTA ALTA, eminencia poco elevada, desde donde, sin embargo, podíamos descubrir casi todo el inmenso puerto de Bahía Blanca."

 

"El agua está cortada por numerosos diques de barro, llamados cangrejales por los habitantes, a causa de la grandísima cantidad de cangrejitos que allí hay."

 

El "Beagle" llega por fin el 24 de agosto, y Darwin logra permiso del capitán Fitz-Roy, para regresar a caballo a Buenos Aires, con objeto de estudiar las llanuras bonaerenses.

 

Pero antes de que el célebre naturalista y viajero abandonara el paraje de Punta Alta y Bahía Blanca, debía efectuar un descubrimiento que constituiría una verdadera revolución en la ciencia antropológica, y que llevaría a Punta Alta a los ámbitos de la fama.

 

Desde las edades prehistóricas habían permanecido ignorados los grandes acumulamientos de animales fósiles en las arenas y barrancas de Punta Alta y Monte Hermoso Carlos Darwin los descubrió por primera vez y dio así nombradía mundial a Punta Alta. En su tomo 19 de "Mi viaje alrededor del mundo", refiere sus importantísimos hallazgos en estas palabras:

 

"En Punta Alta se ve un corte de una de esas pequeñas llanuras  recién formadas, de sumo interés por el número y el carácter extraordinario de los restos de animales terrestres gigantescos allí sepultos. Estos restos han sido descriptos detenidamente por el profesor Owen en la "Zoología del viaje del Beagle", y están depositados en el Museo del Colegio de Medicina."

 

"Encontré los restos de esos nueve cuadrúpedos, así como muchos huesos sueltos en la costa en un espacio de unos 200 metros cuadrados. Es muy notable el hecho de encontrarse juntas tantas especies diferentes; por lo menos esto constituye una prueba de la multiplicidad de las antiguas especies habitantes en el país. A más de treinta millas de Punta Alta (Monte Hermoso, junto a la actual baliza), hallé en un acantilado de sierra roja, muchos fragmentos de huesos, gran parte de los cuales tenían también dimensiones grandísimas. " Los restos de Punta Alta estaban sepultos en un pedregal estratificado y en un barrizal rojizo, parecidísimo a los sedimentos que el mar podría formar actualmente en una costa poco profunda."

 

El sabio naturalista argentino, nacido en Luján, está íntimamente vinculado a la nombradía de Monte Hermoso y también de Punta Alta. El fue quien, siguiendo las huellas de Darwin, exploró minuciosamente los yacimientos de fósiles antidiluvianos, elevando a la ciencia argentina a su mas alto nivel.

 

Dice Ameghino en un opúsculo firmado el 4 de marzo de 1887, refiriéndose a sus búsquedas en Monte Hermoso, lo siguiente:

 

"Después de casi un año de vida sedentaria, aburrido del trabajo de laboratorio, decidí ausentarme para el campo unas semanas, si no para tomar descanso, por lo menos para variar de ocupación.

 

¿Dónde dirigirme? Aún no conocía la parte central de la provincia de Buenos Aires y sus formaciones geológicas me eran absolutamente desconocidas.

 

Además por ese lado, no muy lejos de Bahía Blanca (once o doce leguas) existe un punto llamado Monte Hermoso donde Darwin hizo algunos de sus más notables descubrimientos paleontológicos, olvidado desde entonces por los hombres de ciencia, hasta que volvió a sonar últimamente con ocasión de una visita que a él hizo el joven Carlos Burmeister, hijo del ilustre Director del Museo de la Capital Federal, anunciando que en ese paraje había hecho el hallazgo de algunos fósiles de importancia, atractivo este último que cual poderoso imán me condujo a Monte Hermoso.

 

¡Monte Hermoso. . .! Para la generalidad sólo tiene de hermoso el nombre. Es una serie de colinas de arena semimovible de unos treinta y tantos metros de elevación, en la más alta de los cuales hay un faro destinado a evitar en lo posible los siniestros que con tanta frecuencia ocurren en esta costa. Es una localidad árida y solitaria, abrasada por el sol y barrida por los vientos que azotan el rostro con la arena ardiente, sin agua y sin pasto, y, si los hay, duro y punzante como agujas de colchonero.

 

Por un lado está limitada por una barranca acantilada de entre doce y catorce metros de alto y de unas veinte cuadras de extensión, cuya base, batida por las olas, ora mansas, ora furiosas del Océano, está acribillada de cuevas y hendiduras, derrumbándose en grandes trozos, que caen, enterrándose en la arena, semejando grandes monolitos, que luego son poco a poco destrozados por las aguas. Por el otro lado, a la espalda, está aislada por una serie de médanos accidentados, ya en forma de cuchillas largas y angostas, ya cónicas o circulares, formando una faja de un par de leguas de ancho; región casi intransitable en la que sólo se mueven a la vista del hombre avestruces y gamas en vertiginosa carrera.

 

Pero este punto aislado de todo centro civilizado, enclavado en una región poco menos que inhabitable, es para el naturalista, si no un monte hermoso, un monte de oro, un monte de vida hasta ahora desconocida, muerta si se quiere, pero que revive ante nuestros ojos, a los golpes de pico aplicados a la barranca.

 

... Llevo ya recogidos los restos de unas 25 especies de mamíferos... Pero lo que aumenta extraordinariamente la importancia del yacimiento de Monte Hermoso, es la presencia del hombre conjuntamente con esa fauna singular, revelada tanto por algunos pedernales y huesos toscamente labrados, cuanto por la existencia de antiguos fogones en distintos niveles de la barranca, engastados en caras de arcilla, de la que con trabajo he podido al arrancar fragmentos para llevarlos al Museo de la Provincia, en La Plata."

 

Más adelante, en junio de 1888, a raíz de la exploración efectuada en los yacimientos de Monte Hermoso por el hermano del sabio, Carlos, describe Florentino Ameghino 58 especies de mamíferos fósiles hallados en Monte Hermoso y vuelve a ocuparse del hombre al decir:

 

"Pero lo que indudablemente es mucho más notable y sorprendente, es encontrar en Monte Hermoso, junto con esa antiquísima fauna que ha desaparecido, no por modificaciones sino por completa extinción, vestigios atribuibles a la acción de un ser inteligente: el hombre o a su precursor."

 

Cuando empezaron las grandes obras de excavación en los medanos de Puerto Belgrano, se pusieron al descubierto interesantes fósiles. Avisado el Museo de La Plata designó al hermano del naturalista, Carlos Ameghino, su mejor colaborador, y al señor Emilio Guemigniani para que se hicieran presentes en las excava clones. Fue así que en junio de 1904 tuvieron la satisfacción de realizar muy interesantes hallazgos paleontológicos.

 


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